sábado, 10 de marzo de 2007

No se propase con su robot


Siguiendo los pasos del genio de la Literatura de ciencia-ficción Isaac Asimov, que estableció en 1940 las tres leyes fundamentales de la robótica, un comité de expertos surcoreanos ya está redactando el primer código ético que regirá las relaciones entre los humanos y los ingenios mecánicos que éstos inventen para ayudarlos en sus labores cotidianas.
Como no podía ser de otra manera, tan original ocurrencia sólo podía proceder de Corea del Sur, una de las sociedades más desarrolladas y tecnológicas de Asia junto a Japón. No en vano, esta pequeña pero densamente poblada nación es la undécima potencia económica del mundo y uno de los países que lideran la utilización de internet de banda ancha y de las innovaciones más futuristas. Así se aprecia en Seúl, donde una multitud de ejecutivos enchaquetados que ven la televisión en sus teléfonos móviles, bellas mujeres elegantemente vestidas a la última moda y escolares uniformados enganchados a sus PlayStation inundan los callejones del centro de la ciudad, una megalópolis de 10 millones de almas plagada de rascacielos en cuyas fachadas centellea el neón.
Un robot por hogar en 2015
En este contexto más propio de una película fantástica, el Gobierno surcoreano ha situado a la robótica como uno de los principales factores económicos de desarrollo, vaticinando que cada hogar tendrá una de estas máquinas entre 2015 y 2020 y que se encargarán de realizar operaciones quirúrgicas en 2018.
Por eso, el Ministerio de Industria, Comercio y Energía ha encomendado a cuatro científicos y un escritor de ciencia-ficción que establezcan «las normas éticas de comportamiento entre los humanos y los robots, ya que éstos desarrollarán una fuerte inteligencia en el futuro».
Uno de los objetivos fundamentales consiste en evitar que los robots sufran abusos, incluso sexuales, por parte de los humanos. En este sentido, se teme que, con la evolución de los robots para el hogar, dichos androides puedan llegar a parecer esposas «virtuales» tan serviciales y complacientes que harían que muchos hombres se engancharan a ellas como hoy ya lo están a internet.
Todo ello sin contar su utilización en tareas peligrosas para los humanos o incluso en actividades ilegales, por lo que ahora resultan más necesarias que nunca unas leyes de la robótica que impidan a los androides dañar a las personas, y viceversa.

No hay comentarios: